viernes, 8 de junio de 2012

La caída del museo británico. David Lodge


Argumento: 

" Adam Appleby y su esposa Barbara son católicos ortodoxos que usan ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE los métodos anticonceptivos aprobados por la Iglesia, con tanto éxito que ya tienen tres hijos y un cuarto parece estar en camino..."

Opinión:
Me encantó. Aunque para mí no es de esos que te atrapan hasta lo obsesivo, sino de los libros a los que les tomas un cariño especial. Es una ironía pura, que no llega a ser exagerada ni hostigante. Muchos momentos son emblemáticos (¡y vaya que sabe manejarlos!), aunque debo admitir que se pudo aprovechar mejor algunos otros. Un libro que no se complica, que dice que lo que dice y que satiriza lo que quiere con maestría. Una comedia con clase.

Clasificación:

Clasificación A: 8.7
Nunca antes había leído humor británico de este tipo, pero cuando logré cogerle el truco, me fascinó. El estilo del autor es fácil de entender y sigue un ritmo delicioso. Sube, baja, te hace sonreír como idiota,  absorberte, soltar carcajadas....

Clasificación B: 8.3
El argumento es curioso. No hay otra palabra que se me ocurra (excepto "pintoresco"). Las situaciones se suceden unas a otras de forma tan surreal que si llegas a detenerte y reflexionas, no hay quien te quite la cara de "WTF??". Pero, si nos ponemos estrictos hasta el "argumento mayor" del hombre agobiado por las restricciones que la Iglesia le pone en el campo sexual tiene su toque de gracia.

Clasificación C: 
Una historia para cuando no tienes idea de qué leer pero te gustaría algo que no te complique la vida, que tenga un humor relativamente inteligente, agudo y crítico. Digamos un humor adulto (o para gente capaz de comprenderlo).
Si ya sabes de humor británico, Lodge es uno de los mejores.

Encontrarán resúmenes más completos, pero prefiero dejarles uno de los tantos fragmentos curiosos del libro.

"En teoría, Adam secundaba totalmente la decisión de su mujer de enseñarles a los chicos un vocabulario adulto para las necesidades físicas. Pero así y todo le desconcertaba, quizá porque era un vocabulario que él no había empleado jamás, ni siquiera de adulto. Y le parecía peligroso fomentar la riqueza de léxico de una niña tan precozmente fascinada por la fisiología como Clare. 
Cuando Barbara estaba dando a luz a Edward y una amable vecina le había insinuado con malicia: «Creo que vas a tener un hermanito», Clare respondió: «Yo también lo creo; las contracciones son cada dos minutos. » Tales proezas eran para Adam motivo de cierto orgullo, pero no podía dejar de pensar que Clare se estaba perdiendo algo de la magia y el misterio de la niñez."

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